lunes, 14 de diciembre de 2009

La mujerzuela virgen.

Repugnante mujer astuta, catadora de besos, asesina de pasiones delirantes... Soltera demoniaca con ínfulas de ordinaria. Blanca es la piel con la que devora deseos, y negro es el cabello que esconde detras el stop de la primera luz. Esbelta es su figura dicen unos, "La maja vestida" argumentan otros (y su espejo). Amiga de las copas, desconocedora de los vicios…

Camina al compás de La muerte del Ángel, y gusta del placer descarado que desenvuelve ante tal respetado epitafio mientras espera en la Suite Punta del Este. Difícil es verla, pues sus encajes han llegado a pertenecer a un mito: muchos han justificado sus palabras morbosas emitidas a la plebe, por tan solo concebir una vaga idea de sus comisuras en esos pensamientos que surgen a la media noche.

Mujer detestable, deja que todo fluya (y el vino es un líquido) y ante tal presencia etílica, la polémica la acompaña 3 días después de lo que nunca recordó (pero los demás si, "¿Cómo no hacerlo"?, que odio hacia los macros). Baila cual bailarina de cabaret sin tener que moverse, pues juega con sus miradas en esos momentos en los que considera que el broche de oro debe ir más allá de una mejilla o apretón de manos.

Sigue el juego de muchos haciéndolos creer que la viuda negra ya no será capaz de matar a su amado esposo y que las imágenes de sus deseos -los de ellos- se harán tangibles. Muchos ansían que llegue el momento en el que èsta pierda el equilibrio y caiga de la cuerda floja en la que la han situado... Ella realmente camina por las calles... ¡y en tacones!, pues, llena de elegancia y modales es, lo cual hace que se enfrente con el otro extremo de su ser ya descrito. Anhela concentrar su foco y dejar a un lado la colección de fotos guardadas en el álbum "Sabores de un hombre" pero se le hace imposible pues no ha llegado Ser que le inspire ser merecedor de tal respeto y exclusividad.

Que hablen de aquella cual Helena, que hablen... Que digan que se escapo con uno, el amigo de aquel otro, mientras le guiñaba el ojo al mesonero que traía el regalo de aquel que se encontró en el baño... Que se reúnan todos en una mesa cuadrada: imperfecta... Que difamen, blasfemen y se den cuenta de su aun ausencia... ¿Cómo hablar de un ser que se desconoce?... Que sigan hablando, no todo será verdad y guardaran la mentira inconcebible.

No se debe guardar consideración ante una mujerzuela pero se debe respetar a aquella aun intocable.

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