lunes, 3 de mayo de 2010

Condena del Rey.

Relato sin adjetivo
en donde la verdad se mezcla entre sensaciones perdiendo asi el significado de su nombre.

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Son lo suspiros aquellos que delatan la anomalía de lo interno,
son los suspiros... auquellos que delatan mi sentimiento intranquilo.

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La razón trabaja subordinada a la sospecha: amor no correspondido...
Mi sentimiento acaece mientras me voy ensimismando en él: sigo viendo el efecto mientras la causa aún se presenta como anónima.

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Me canso de ver repetidamente la imagen que ha guardado mi pensamiento de usted...
Y es esa misma imagen la que tanto me concurre con realidad acomodada a un nuevo tiempo: fotografía que me recuerda sus soledades... o las mías

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(...) veo la montaña y el grito que me ahoga con palabras aún no pronunciadas por mi:
vivir bajo la duda, pensar por los demás: pensamiento que se vuelve impropio, en estado de mute...

No se sabe sobre las leyes que rigen a cada universo personal: No me pertenece su ausencia voluntaria en mi.

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Se vuela la razón pues ésta no logra comprender lo que al cuerpo lo convoca a ser irracional y poseído: el sentimiento: dualidad al unísono.

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Se muestra ante mi de una manera poco clara y distinta un aparente cariño que no es más que una costumbre que se añora por la ausencia de atención y afecto retenido.

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Me distraigo ante preguntas que atienden a su abandono cayendo de esta manera ante la presencia de una sensación de agujero negro que se posa sobre mi pecho: se me hace difícil aceptar que no he entendido lo que aún no he visto de usted... La razón se muerde la cola haciendo alegoria a un circulo aparentemente infinito y  me repito en voz baja lo escrito ya por mi en el fragmento número cinco: renazco sobre mis propias cenizas sin ser ave de fuego.

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Digo hasta luego, confieso que aún no quiero dejar entrar al Adios
Me marcho poco a poco del reino que decidió dejar antes de batalla...
Cruzo la frontera del pensamiento...
pero miento... aun pienso en lo Real: incognita sin depejar.


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