miércoles, 15 de diciembre de 2010

Diario II.

Narrando: desde la noche, desde la respuesta, desde la incógnita despejada... desde lo real, lo tangible, lo orgánico... EUREKA.

Resulta curioso lo que ha sido el día de hoy. Empecé dedicando, con una aparente ausencia de voluntad (pues el amor es un ser independiente que nos contiene), un pensamiento a aquel ser que tanto está presente entre mis letras. A su vez, un estado de letargo me abrazaba a la cama. Estirarse no era suficiente para el cuerpo que no queria dejar su reposo, pero "aún existen en mi, pensamientos que en 23 minutos me situan ya vestida para darle vida al tiempo de hoy" -digo-

Al rededor de las nueve de la mañana, a esa hora en la que recuerdo no recordar la sensación que produce el frío, a esa hora tan llena de esa luz que al verla, vemos, a su vez, el pasado de quien la genera; recuerdo haberme sentado bajo un cielo de cemento. Anhelaba esa sombra y estar en esa pseudo colina con piso frío que me producía una sensación de abstracción elevada.

Ya en ese lugar, comencé a reparar acerca de lo escrito ayer: la palabra ¿Que hay depués de ella?... Rebuscar tanto la respuesta me llevo a pensar en el origen de la inquietud, "¿por qué supuestamente ya no cabe significado en ella?". Pasaron unos minutos (pues siempre pasan aunque no se haga enfasis en decirlo) hasta que mi pensamiento se encontró en una encrucijada.

"Ya no hay palabra que abarque con exactitud lo que se siente, o definitivamente ya lo que se siente tuvo su palabra"

Antes de reconocer que si, que definitivamente ya lo que se siente tuvo su palabra, debo confesar que pretendí extender la llegada de ese reconocimiento, intenté posponer el tiempo pero éste ya estaba golpeándome con esa realidad mal disfrazada, y me preguntaba el por qué apelaba tanto por ese "necesitar desconocer". Podría decir que esa actitud encontraba su razón en una palabra: añoranza.

Ahí, sentada, contemplando en silencio el desfile de relevelaciones que estaban teniendo lugar en mi interior, me dije "No se que hay luego de la palabra pero puedo reconocer el por qué de su ausencia en mi, el por qué ya no la encuentro, la desquito de significado y subordino ante el sentimiento. Ya han sido más de cuatro estaciones en las cuales he dedicado mis letras (casi todas estas) a un solo sujeto. Si bien me he permitido trabajarlo desde lo descriptivo de su forma y manera de ser y estar, hasta lo que su presencia o ausencia ocasionan en mi tiempo; creo que aunque los pensamientos parecen inagotables (pues muchas veces abarcan jornadas diurnas y vigilias en sueño) la palabra no lo es. Creo que en este punto ya he plasmado, he dejado, he escrito, lo que sentia necesidad de plasmar, dejar, escribir. Ya todo ese sentimiento ha cogido su libertad desde el momento en que dejo de pertenecerme, es decir, desde el momento en que le encontre palabra y lo dedique. "Ya, es tuyo". Intentar escribirlo de nuevo seria convocar al reciclaje, redundar, manosear. Definitivamente debo aprender a desprenderme."

Luego de esas palabras, volví mi pensamiento a la tan inesperada añoranza. Comprendí lo dificil que me resultaba aceptar que debía dejar ir a la imagen de ese sujeto que tanto ha movido mis días y me ha permitido desenterdeme del tiempo, contemplar lo eterno. Ya estaba ahí conmigo ese sentimiento que nace al saber que algo falta, porque ya faltaba, ya al reconocer que la palabra fué, ya no estaba. Recuerdo sentirme desquitada pero inmediatamente debía cumplir con algunos deberes que me hicieron despegarme un poco de mi atmósfera.

Llegada la noche, como ese momento del día en el que cuerpo se propone silenciar al pensamiento, me disponía a dormir hasta que llegó a mi un mensaje que me levantaría hasta traerme a este momento. Ahora bien, cuando en principio describí a este día como "curioso", creo que fué debido a la presencia de esa necesidad de escucharme que me acechó durante todo el día. Luego de haber vivido toda una mañana de abstracción dedicada en su mayoría al quizás estúpido problema que se me presenta al tener que aceptar desprenderme de la imagen del sujeto que tanto he trabajado embelesadamente; llega este mensaje que me re-ubica en ese estado de abstracción, que, si es comparado con el anterior, puedo develar que la semejanza  la encuentro presente en: el sujeto.

En estos últimos minutos recordé "la punta acerada" que se siente al encontrarse fuera del ensueño, en la realidad. He sentido en vigilia esa sensacion que te despierta cuando uno siente que va caerse en un sueño. Las palabras que se me han dicho  en ese mensaje que mencioné, realmente no importan, pues están fundamentadas en hipótesis, lo que realmente importa para mi en este momento es el hecho de que, como reconocí que definitivamente ya lo que se siente tuvo su palabra, también debo reconocer que me he enamorado de la imagen que mi pensamiento dibujo del sujeto y no del sujeto mismo.

Caigo en esa aparente conclusión debido a que cada vez que develan ante mi algún aspecto que conforma la convicción de su ser, la del sujeto, decaigo en una decepción abrumadora que es opacada segundos después por ese amor empedernido que llega con la imagen idealizada, seduciéndome con lo que implica estar bajo la presencia de ambos: desconocimiento del tiempo, contemplación de la eternidad, exaltación de los sentidos...


Confieso que este segundo proceso de reconocimiento resultó ser igual que el primero, es decir, intenté que no tuviera tiempo, que no llegara, pero acá está, ha llegado, pero solo ha llegado él... la añoranza aquí no existe, pues el amor está en mi, y su palabra está en él.

Quizas podría culminar agradeciendo al sujeto por ser el prólogo, lo ajeno, yo soy el resto del libro, yo escribí la historia.

NOTA: Encontrarle respuesta a "¿Que hay después de la palabra?" y a "¿A quién se supone que deba amar?"

No hay comentarios: